NAMASTÊ!

"El dios que habita en mi, saluda al dios que habita en usted"




sábado, 1 de mayo de 2010

Los Queridos Amigos

¿Quién, alguna vez no ha tenido la necesidad de buscar refugio para su dolor al lado de un amigo? Al menos yo, como otros tantos, tengo la fortuna de poder contar con alguien que la vida se ha encargado de traer a mi lado y contar con su apoyo en momentos de agruras.
Y este soporte al ser recíproco se torna más valioso, un verdadero tesoro...
Nuestra amistad tiene columnas insustituibles: me siento a gusto en su compañía, como si nos conociéramos desde siempre. Mi alma, a la que siempre escucho, me susurra que en ella puedo confiar y apoyarme. Y con el tiempo este sentimiento continúa creciendo. Se intensifica el respeto mutuo. Incomparable es también su don para escuchar mis alegrías y tristezas. Y tiene cuando me urge, la palabra cierta que será un bálsamo para mi alma perdida. ¿Su cariño? Incondicional. Ayudándome a  perdonarme cuando tuve una actitud errónea y ni así, dejó de estar a mi lado.
Considero a mis amigos mi otra familia. Pueden ser los que la sangre me dio, o aquellos que la vida se encargó de arrimarme despacito.
Nada me conmueve más que el mirar que de vez en cuando cruzamos y que dice más que mil palabras. Nuestro abrazo demorado y en silencio. Ella sabe mis secretos inconfesables y me conoce mejor que yo misma. Y por todas esas cosas mi identidad se fortalece. Sin ella, dejaría de ser yo.
Una amistad así nunca es una relación trivial. Aprendemos mutuamente mientras caminamos juntas. Cómo sustentar y afirmar el vínculo, más allá de las palabras, de los hechos, del tiempo.
A su lado he aprendido a callar, o saber cuando las palabras están de más. Y saber que mi presencia puede ser un acto silencioso de solidaridad, de comprensión, donde los corazones están unidos indisolublemente.

En muchas ocasiones recibes de este amigo gestos de pura sensibilidad, lecciones que tu alma ignoraba y que el mensaje inesperado llega en el momento oportuno y adecuado. Llega para hacerte reflexionar. Para que tomes cuidado cuando vayas a dar el siguiente paso. Y con el tiempo te darás cuenta que si eres tú, quien escucha a tu sufriente amigo, que tiene el corazón sangrando, tu voz sabrá expresarse con una sabiduría profunda y que quizás desconocías y te deje sorprendido.
Aquel secreto mantenido bajo siete llaves es una confesión nacida del respeto mutuo. Del cuidado amoroso que se cultiva a dos. Porque es también la forma de mantener incólume esa relación de confianza mutua, sin que nada la empañe.
Sé también que ese amigo/a, puede en mi confiar, contar conmigo en cualquier momento. Que nunca estaré muy cansada, ni demasiado ocupada para atenderlo. Correr a su lado, sostener su mano, trasmitirle mi fuerza ante su posible desamparo.
Puedo transformarme en un escudo  para su fragilidad momentánea. Así como ella/él, tantas veces ha sido el toque mágico que yo necesitaba para apaciguar mi corazón fragmentado.

Te dejo mi abrazo.
Graciela

No hay comentarios:

Publicar un comentario