NAMASTÊ!

"El dios que habita en mi, saluda al dios que habita en usted"




domingo, 9 de mayo de 2010

Las cuatro estaciones en mi Interior

Cada estación guarda un tesoro, una ventana abierta a cada punto cardinal desde donde asomarse a la vida.

El ser humano es un microcosmos sujeto a las mismas leyes que el resto de la Creación. También en nosotros el cambio es la regla. Curvémonos frente a él. De esta forma aprenderemos a manejar con armonía tales leyes, las situaciones y estados con los que nos deparamos. Debemos prestar atención a los cambios físicos y anímicos que en nosotros se suceden y adaptarnos a ellos, procurando atender las señales que el cuerpo nos trasmite. Así aprenderemos a llevar las riendas de nuestros procesos, propuestos en cada estación.

Muchas veces en consulta escucho la siguiente queja en la entrada del otoño: -estoy tan triste y desanimada...no me gusta la llegada del frío, los días grises y más cortos...
¿ Y si lo viéramos desde otro ángulo? En este tiempo, el cuerpo se recoge adquiriendo otro ritmo, luego del desenfreno del verano. También la mente agradece la quietud que le llega.
Somos llamados a un descanso más prolongado, también nos sentimos invitados a otros programas en cada día: nos volvemos más reflexivos, buscamos material de lectura, nos aquietamos y hasta maduramos. No existe la tristeza y si la invitación al recogimiento.

Llegada la primavera, nuestro pecho se expande, nuestra salud adquiere una mayor inmunidad, sentimos el renacimiento de cada célula, de todo nuestro cuerpo, salir al mundo, a la luz, al inicio de una nueva cadencia.
Si observamos con neutralidad la Naturaleza descubrimos que el cambio es fundamento de lo vivo. Todo está en constante movimiento. El amanecer sucede a la noche. Las plantas crecen, florecen, dan fruto y se marchitan para perpetuarse en las semillas que dejaron...Las estaciones transcurren cambiando el clima, la vegetación, las costumbres...y nosotros en el medio, adaptándonos –conscientes o no- ¿sabremos sacar provecho de cada una? pues todas ofrecen algo único.

A lo largo del viaje por las cuatro estaciones descubrimos que participamos de todos los climas, que en nosotros habita el niño del verano, el anciano del invierno, la osadía y el temor, el silencio y la expresión.

Abramos nuestros sentidos a la Naturaleza, pues es un espejo de cada uno de nosotros. En ella tenemos un mapa para observarnos y aceptarnos. Entendernos. Somos un territorio en parte no explorado y que durante el trayecto los misterios se van develando. Observa tus reacciones, tus procesos de pensamiento, tus cambiantes estados de ánimo. Y así como te has hecho un experto en manejar la cultura que habitas, hazte también y sobre todo, especialista en ti mismo. No entregues a nadie el timón que sólo a ti corresponde manejar.

Recuerda que existen tantas realidades como puntos de vista. Deja hablar a tu corazón ante las decisiones que enfrentas. Tu centro está ahí, no en la cabeza, y cuando haces silencio mental encontrarás respuestas a tus dudas. Sólo en tu corazón encontrarás el calor que da la vida. Respira hondo, llénate del alimento que es el aire, y agradece tan inmenso regalo. Con los pies afianzados en la tierra, el ímpetu para llevar a cabos tus metas desde el plexo solar, y teniendo como eje tu corazón abre los brazos cuando veas que has aprendido a adaptarte de buen agrado a cada estación  y ponte el cielo de sombrero.



Los florales para aceptar la mutación, el cambio constante:

WALNUT + RESCUE REMEDY + GORSE (sistema Bach)



Graciela Moratorio

Terapeuta Floral

Sant’Ana do Livramento, Telef. 55 – 55 – 32 42 53 20

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