NAMASTÊ!

"El dios que habita en mi, saluda al dios que habita en usted"




miércoles, 9 de mayo de 2012

Generación "Bivolt"



Sepan disculparme los que aquí me leen por usar el término que lleva en el título y que es algo ambiguo. Estaba leyendo un artículo sobre los papeles que nosotras nos hemos ido adjudicando. Lo quiero compartir con Uds., Y el vocablo es el acertado.
Nunca estuvimos más fuertes y decididas. También nunca tan solas. Por decisión propia. Por sentirnos con derecho a juzgar y tomarnos el tiempo que sea necesario para ver si nos conviene o no, quien se nos acerca. Nos hemos vuelto autosuficientes. ¿Un poco en demasía? Uds., dirán.

Los hombres por su lado siguen complaciéndose en su libertad. Pero, quizás un poco asustados con nuestra independencia. Con un cierto aire de nostalgia de nuestra fragilidad anterior. Aquella dependencia que ya no más existe, mejor dicho no mostramos.

Nos masculinizamos. No solamente en actitudes sino por dentro que es donde realmente importa. Las cualidades con las que hoy nos adornamos, las conquistas que hemos llegado a lograr eran atributos considerados no mucho tiempo atrás, apenas de los hombres.
Ahora ninguno de los dos bandos tiene el monopolio de algún atributo. Ellos han perdido en parte su perfil de guerreros absolutos y nosotras nuestra tan mentada afectividad.
Por eso somos llamadas generación Bivolt.

Tanto los unos como los otros se mueven y actúan en doble voltaje. Con todos los caracteres en común.
Pero, seguimos precisando los unos de los otros. Como nunca.
Entre nosotras hay muchas que parecen mostrar que en todos los ámbitos de su vida consiguen manifestar una actitud de significativa realización a solas. En todos los terrenos que se mueven. Pero creo, que es tan sólo una demostración de inteligencia lineal. En cada mujer existe la necesidad ancestral de confirmar “aquella” que invariablemente somos.

Sea a través de la maternidad, del amor, del sexo. Más no sea, una de esas prácticas que llevamos a cabo y sin la cual, nos tornaríamos máquinas insensibles. Llegamos a ser si, competentes y competitivas pero con una identidad incompleta.
Nuestro cambio que nos muestra con un perfil muchas veces rígido, y que si no nos vigilamos de cerca llegaremos a la exageración de declarar la guerra a nuestro propio instinto. Negando nuestra naturaleza.

Queda a nuestra propia decisión ser madres, o quizás rechazar un gran amor porque primero viene la profesión o aquellas que llegan al sexo apenas para disfrazar el desespero de su soledad. Pero sin importar cual sea el contexto en que nos encontramos es importante que nos demos cuenta que es crucial no perder la dulzura tan propia de nuestra naturaleza. Perfil que debemos preservar. Que no se trata de una fragilidad que nos quite el brillo que hemos conquistado y del cual estamos tan orgullosas. ¿Qué importa que reconozcamos nuestra inestabilidad momentánea y por qué avergonzarnos de vivirla? Si se trata de compararse con “ellos” estoy segura que también en determinados momentos se vuelven vulnerables.

No crees, tu mujer que hasta aquí has leído esta nota que con nuestra nueva manera de ser, y, olvidando nuestra parte esencial nos hemos vuelto demasiado arrogantes?. No olvides de vez en cuando de mostrar tu delicadeza y titubeo antes de que olvides quien de verdad eres.
Cuídate y permite que los otros de vez en cuando te cuiden. No escondas tu lado sinuoso, acuoso, tanto que tienes para dar y de esta forma, mucho para recibir.








No hay comentarios:

Publicar un comentario